Psicología: una nueva carrera ante el colapso

A propósito del 165 aniversario de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Los Andes (ULA).

Psicología: una nueva carrera ante el colapso.

A mediados del siglo XX, el médico e historiador suizo Henry Sigerist
(1941), expresó que “Al igual que lo hicieron los antiguos y, al igual
que John Lock, pensamos en la salud como una condición física y
mental: mens sana in corpore sano, continúa siendo nuestro lema”.
En ese orden de ideas, en 1948 la Constitución de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) señalaba que la salud debía concebirse como
el completo estado de bienestar biológico, psicológico y social y, nos simplemente como la ausencia de enfermedades o afecciones.
Nació de esta forma un modelo de salud que buscaba trascender la exacerbación del enfoque asistencialista sanitario, de corte
mecanicista, biologicista y fuertemente imbuido por el influjo del sistema capitalista, que en muchos casos soslaya y minimiza la trascendencia de los determinantes sociales y psicológicos del proceso
salud-enfermedad.
Al respecto, es necesario aclarar que nunca en la historia de la
humanidad se produjeron tantos adelantos científicos y tecnológicos
como en la sociedad capitalista industrial, por lo que es innegable
que la medicina moderna se afianzó con el capitalismo. El propio Karl Marx, observando a la Inglaterra del siglo XIX, comprobó y documentó
la supremacía de la economía de mercado para producir riqueza, pero, con el grave inconveniente de no contar con mecanismos para distribuirla de manera equitativa.
Resulta entonces paradójico que en un mundo con tantos recursos y conu na tecnología biomédica que avanza vertiginosamente, el lema de la
Cumbre de Alma Atá (1978) “salud para todos en el 2000”, luzca
utópico, inalcanzable e incluso populista.
Sin embargo, no se trata de una oferta engañosa. Existen posibilidades
y vías para mejorar el acceso a bienes, servicios y valores de salud
para la humanidad. El asunto gira en torno a concebir la salud y la enfermedad como un fenómeno complejo, por lo que requiere de acciones,
actividades, planes y estrategias, en  un ámbito de competencias
intersectoriales, públicas y privadas, concebidas desde y con la confluencia de diversas áreas del saber.
En este sentido, un enfoque sistémico es necesario al respecto, a fin
de integrar y equilibrar las políticas de salud con respecto a los tres niveles de atención, concordando con lo establecido en el artículo 84 de la Constitución Nacional, al expresar que “El sistema
público de salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la
prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad”.
Ese sería el camino para superar el modelo curativista y
hospitalocéntrico, producto de la transculturación hegemónica de
patrones consumistas sanitarios que, a pesar de invertir un elevado
porcentaje del producto interno bruto en salud, no alcanzan a obtener éxitos reflejados en mejores indicadores de calidad de vida para
importantes sectores de la población. En este sentido, adoptar un
modelo basado en el desarrollo humano ha demostrado ser la vía para hacer frente a la exclusión y las inequidades, pues como evidenció el Premio Nobel de Economía (1998) Amartya Sen, el crecimiento económico
no es sinónimo de reducción de la pobreza si no se articula con
políticas efectivas de salud y educación, y con programas inclusivos de seguridad social.
De manera que, además de tratarse de un asunto político, obligación del Estado por cuanto constitucionalmente Venezuela es un Estado social y de Derecho, al cual todos los venezolanos tenemos la
obligación y el derecho de preservar, la salud es una cuestión académica. Y ese es el principal motivo que hoy nos congrega, en el marco de los 165 años de la Facultad de Medicina.
Han sido ya 165 años dedicados a la docencia, la investigación y la
extensión, en los que la Facultad trascendió la Medicina, para
incorporar un amplio abanico de carreras de la salud, entre ellas las
licenciaturas en Enfermería y Nutrición y Dietética, además de los Técnicos Superiores Universitarios en las áreas de Estadísticas de la
Salud e Inspección en Salud Pública.
Todas estas disciplinas académicas han convivido y, más allá de la
burocracia administrativa y el aislamiento departamental, en muchos casos han tratado de converger para producir y aplicar conocimiento
científico, siguiendo la senda de la multi, la inter y la
transdisciplinariedad. Y es que una sola parcela científica aislada no podrá producir explicaciones satisfactorias ante una complejidad
fenoménica desbordante, tal y como lo plantea nuestro común objeto de
estudio: el proceso salud-enfermedad.
De manera que, la Facultad tiene una larga y fructífera trayectoria en la que ha abordado la tríada esencial de la salud esbozada por la OMS
y en la que, particularmente, el bienestar psicológico ha estado
presente.
En tal sentido, fue en la década de los años 70 del siglo XX, en que
el Departamento de Ciencias de la Conducta asumió en la Facultad las
cátedras de socioantropología, sociología y psicología, impartiendo la
última a la carrera de Enfermería hasta el 2015. Del mismo modo, hasta el año 2017 se impartió la docencia de la Psicometría, como materia
electiva, para carrera de Medicina. Adicionalmente, se fundó el Laboratorio de Psicología de la ULA (1978), que luego dio paso al
Centro de Investigaciones Psicológicas (CIP, 1987), con una destacada
producción científica y de extensión, de la mano con la enseñanza en
el campo de la Psicología Social de la Salud.
Se trató de una época de esplendor y florecimiento de la Universidad
venezolana, que cobijada bajo la bonanza petrolera y por políticas
educativas acertadas, creó un atractivo clima para captar talentos
nacionales e internacionales, que se encargarían de formar
profesionales competentes que permitieron pensar en la construcción de
un país desarrollado.
De cualquier modo, tal y como afirmaba Heráclito, la esencia de las
cosas es un continuo cambio o devenir, por lo que a finales de los 80
y principios de los 90 del siglo XX, en nuestro país sobrevino  la
crisis del capitalismo rentista monopólico de Estado, el descalabro
del bipartidismo del Pacto de Punto fijo y el posterior ascenso al poder de un autoritarismo militarista de corte totalitario, todo lo
cual acabó por truncar cualquier posibilidad de éxito sostenible.
Se trata, hoy en día, de un escenario desconcertante en el que surgen
varias dudas ¿Cómo hacer frente a la grave crisis política y al
desvanecimiento de la democracia a manos de un régimen despótico e
ilegítimo? ¿Cómo lidiar con el desajuste cultural que desvaloriza el
trabajo y exalta el contrabando, el bachaqueo y la corrupción como medios de enriquecimiento? ¿Cómo sobrevivir y progresar en medio de la hiperinflación con sueldos que han sido expropiados a profesionales, técnicos y obreros? ¿Cómo salir de la descomposición moral que infestó
las más cotidianas relaciones sociales? Ante este escenario desolador, tenemos que estar convencidos de que la educación es el puente que
conduce hacia las más nobles virtudes del ser humano, multiplicando
valores ciudadanos que, no nos queda la menor duda, germinarán en el
alma de la futuras generaciones de venezolanos.
Es así como, en un contexto caótico, la ULA, a través de su Facultad
de Medicina busca iniciar la Licenciatura en Psicología. Se trata de
una expectación que por largos años ha tenido la comunidad merideña y
de los estados andinos. Es un compromiso de todos los profesionales,
estudiosos y afines a la Psicología, que durante décadas debatieron y polemizaron en torno a la concreción e implementación de un proyecto,
que finalmente fue aprobado y publicado en Gaceta Oficial  Nº 41.335
del 5 de febrero de 2018, gracias a la encomiable labor de un valioso
equipo de promotores,  asesores y colaboradores.
La licenciatura en Psicología, tal y como expresa la mencionada
Gaceta, tendrá un ciclo académico de diez (10) semestres de duración y
otorgará el grado de licenciado en psicología, adscrita a la Facultad
de Medicina de la ULA y con una salida intermedia de Técnico Superior
Universitario en Investigación Psicosocial y una Certificación de
Asistente en Conducción de Grupos, con una matrícula de inicio de
veinticinco (25) estudiantes.
De manera que, en consonancia con una visión sanitaria holística y
sistémica, se ofertará una carrera con altísima demanda regional y
nacional, que integrará a diversos equipos intersectoriales de
trabajo, un profesional cuya oferta en el mercado laboral y académico
se ha hecho mucho más deficitaria si consideramos la diáspora
universitaria y la fuga de cerebros.
De hecho, la necesidad imperiosa de licenciados en Psicología pasa por
el ámbito empresarial y organizacional, la esfera educativa, el sector
salud, la intervención en crisis, la promoción de la cultura de la paz
en las comunidades, las relaciones interpersonales y las más abstractas interacciones inter e intra culturales. Todas estas son
áreas que claman por soluciones, rescates rediseños y redefiniciones,
en los que la incorporación del Psicólogo adquiere renovada
pertinencia y justificación.
Solo por colocar un ejemplo, tenemos que en una reciente investigación
(2017) emprendida por el Grupo de Investigación Sociedad y Salud
(GISS), adscrito a la facultad de Medicina, con el apoyo de los
estudiantes del Programa de Profesionalización de Enfermería de la ULA, a través de la aplicación de la Escala de Ansiedad de Goldberg,
el cual ha sido un instrumento validado en cuanto a su  utilidad para su ser aplicado en el ámbito de atención primaria en salud, arrojó en
diversas instituciones de salud del Estado Zulia, un diagnóstico
enfermero en el cual se observó una incidencia del 68% de personal de
enfermería que padecía síntomas de ansiedad.
Cabe destacar que, la mayoría de los centros de salud en donde
laboraba la población objeto de estudio, no contaba con personal
especializado al cual ser referido, para que interviniera
efectivamente dada la complejidad del asunto. Por lo tanto, como diría
el precursor de la Sociología Emile Durkheim, estamos ante un hecho social, que tiene que ser acometido entre otros espacios académicos,
por la psicología, la sociología, la enfermería y la medicina, pero
que puede ser sintetizado de manera integral y multivariable por una
disciplina híbrida, que en este caso sería la Psicología Social de la Salud.
Pero de cualquier manera, es ineludible dejar claro que los retos y
escollos para poner en marcha esta nueva carrera, quizá no se
vislumbraron mientras se redactaba el proyecto de su creación. El
barril de petróleo en  dólares estadounidenses 100permitía soñar, era
plausible ser optimista. Aún la crisis nacional retrasaba su
contundente explosión e impedía admitir y denunciar a viva voz el
colapso y el peligro que para la Universidad autónoma, libre,
democrática y popular conlleva.
Sin embargo, el momento llegó y estamos en el ojo del huracán. Vivimos
el instante en el que son las universitarias y los universitarios
quienes, con su esfuerzo y tenacidad, están llamados a salvaguardar las instituciones. Es un asunto de sobrevivencia y, en medio de las
adversidades, el desfallecimiento está fuera de las opciones. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad histórica de mantener incólume el
pilar fundamental de desarrollo de una sociedad moderna: la educación.

Gustavo Alcántara Moreno
Grupo de Investigación Sociedad y Salud (GISS)
Facultad de Medicina, ULA
@GustaAlcantara

Comentarios

  1. Muy buen discurso. Sobre todo, dándo en el clavo de la triste realidad. Pero bien los esfuerzos por seguir haciendo académia de calidad...

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