Mandala epistémico

El presente Mandala epistémico fue inspirado en la siguiente pregunta generadora: ¿De qué manera considera que la realidad contextual y los agentes perturbadores que han surgido en este período pandémico, han incidido en el desarrollo, abordaje y significancia de la investigación educativa? Síntesis argumentativa La educación es un fenómeno complejo, multidimensional e intersectorial. Por ello es útil abordar el panorama actual de manera sistémica, inter y transdisciplinar, en aras de producir explicaciones epistémicas, un conocimiento robusto y consistente "sobre roca", como lo expresó Miguel Martínez Miguelez. Del mismo modo, es útil apropiarse de todos los paradigmas, pues cada uno aporta fortalezas, tanto el positivismo, el interpretativo y el socio crítico, en aras de asumir la investigación transcompleja del siglo XXI, como lo plantea Villegas (s/f). Es también de suma a importancia comprender el fenómeno educativo y la acción social, lograr lo que Max Weber denominó Verstehen. En ese sentido destaca la corriente hermenéutica, particularmente en el caso de la pandemia por Covid-19 a través de la fenomenología y la etnografía, pues, según McMillan y Schumacher (2005), la primera permite entender la esencia de la experiencia vivida”, mientras la segunda proporciona “la explicación global de la complejidad de la vida del grupo” (p. 425). De manera que, los métodos, teorías y paradigmas deben fungir como herramientas antes que como dogmas o corsé. Muchos fenómenos no son susceptibles de matematizar. De allí la importancia del método mixto o ecléctico, cauali-cuantitativo. En este sentido, la pandemia sumó una serie de nuevas variables y riesgos, para todos los seres humanos, que van más allá de la atención de salud a pacientes con Covid-19. Es una situación sistémica y compleja, que excede al hecho de enfermar o morir como consecuencia del virus. Sigue hoy en día, más que nunca, en pie la famosa teoría de la sociedad del riesgo global, propuesta por Beck (2002). Con total certeza el año 2020 figurará de manera singular en la historia de la civilización contemporánea. Como lo expresó en sus redes sociales el filósofo francés Edgar Morin, “la crisis de la Covid-19 es en cierto sentido una crisis de una concepción de la modernidad basada en la idea de que el destino del hombre era dominar la naturaleza y convertirse en el amo del mundo”. En ese sentido, el rostro vulnerable de nuestras sociedades ha quedado expuesto, sumiendo en la perplejidad a científicos, filósofos y ciudadanos en general, pues acontece un choque cultural que altera nuestras cómodas y predecibles maneras de vivir. En este orden de ideas, la pandemia ha despertado, como toda crisis, el rostro perverso de la civilización contemporánea. La corrupción y el ánimo de lucro en medio de las calamidades están presentes a través de los mecanismos de dominación tradicionales y los centros de poder político y económico a nivel global. Tal situación amerita tener presente a Jürgen Habermas, quien plantea la necesidad de una emancipación que pasa por el hecho de conseguir una organización social cuyo objetivo se fije en el camino de la superación de una comunicación distorsionada, persiguiendo una comunicación libre de dominio. En este orden de ideas, la investigación educativa juega un papel fundamental como fuente de conocimiento que genere acciones para la adaptación a una nueva realidad, acompañada de transformaciones profundas en la estructura y el tejido social. Esto a nivel local y mundial, en un contexto de globalización presionada por su antítesis: la desglobalización. El pensamiento dialéctico aplicado a la investigación educativa sería de suma utilidad para visualizar y construir esa síntesis para un modelo social postpandémico, en donde la justicia social, la libertad, la autonomía y la emancipación del individuo, los grupos y las instituciones, sean los ejes que sustenten el devenir de la humanidad. Ciertamente, las adversidades han propiciado oportunidades para poner en marcha un proceso de reingeniería social, de repensar nuestros estilos, modos y condiciones de vida, haciendo uso de la resiliencia como herramienta de fortalecimiento ante la crisis humanitaria compleja que se padece en Venezuela. Es vital tomar conciencia de la responsabilidad que cada uno tiene de cuidarse y de proteger a los demás, colaborando al máximo con nuestros héroes del equipo de salud que están dando sus vidas en esta durísima batalla. Una multiplicidad de fenómenos nos espera como investigadores y debemos abordarlos teniendo en cuenta la naturaleza y peculiaridades de la investigación educativa. La educación virtual y a distancia es un área que ha resurgido con renovado vigor y a la vez plantea una gran cantidad de retos, como la superación de la brecha digital y el acceso a Internet como derecho humano. Pero también existen oportunidades para educar desde la familia, la escuela y la universidad, sembrando valores que nos saquen de esta sociedad enferma en la que estamos sumidos. La educación con base en la investigación es la base para superar aquello que Emile Durkheim denominó anomia.